martes, 26 de junio de 2012

Cupcakes Hulk

¡Buenas noches! Hoy os traigo otra genial creación (¡ja!), las Cupcakes Hulk. Las he bautizado así por dos motivos: el primero es el color verde de la buttercream (mi novio estaba emperradísimo en comer cupcakes verdes, el motivo aún no lo sé) y el segundo... ay, el segundo es un fallo bastante gordo en la ejecución de la masa, que comenzó a inflarse en el horno. Hubo un momento en que llegué a sentir miedo de ver mi casa invadida por una masa gigantesca y esponjosa con olor a canela. Mi duda estaba entre sacar la bandeja inmediatamente y arrojarla por la ventana o esperar un poco y rezar para que el resultado no fuera demasiado desastroso.

No creo que haya dudas: elegí la segunda opción. Esperé mirando aquellas cupcakes monstruosas hincharse. Esto es lo que ocurrió: total desborde de la masa. Vistas desde arriba eran gigantescas. Por cierto, esas motitas oscuras que veis sobre la masa es un poquito de canela:



¡Qué penita! Sentí mucha rabia y frustración cuando vi la masa deformarse, pero bueno... ¡nadie es perfecto! Mientras se horneaban preparé la buttercream, utilizando una pizquita del colorante Green Leaf de Wilton (la semana pasada me llegó un pack de 8 colores en gel que encargué y, por supuesto, tenía que probarlos cuanto antes) para darle ese color verde pastel. Aquí tenemos la buttercream en proceso:


Y, por cierto, esto es una maravilla de colorines y no podéis morir sin probarlo: fideos de colores de la marca Hacendado (en Mercadona los tenéis), el botecito no llega a un euro y... ¡qué colorido lo deja todo! Yo soy una fanática del color, así que tenía que probarlos también. Y, de paso, estrené una manga pastelera con boquillas metálicas que compré en un bazar. Ay... me estoy dando cuenta de que me puede el ansia de estrenar las cosas. Bueno, vamos con los fideos:


Voy a dejar de cotorrear sin sentido e ir directa a lo que nos interesa: las fotos del producto final y ¡la receta! La saqué del este libro que me regaló mi novio. Yo creo que tenía dobles intenciones. Nadie regala un libro de cocina sin esperar recibir buenas recompensas gastronómicas a cambio. Bueno, aquí tenéis las tres primeras que decoré y la recetita de marras:


INGREDIENTES:

Cupcakes:

- 110 gr. de mantequilla.
- 110 gr. de azúcar moreno.
- 110 gr. de harina.
- 2 huevos.
- 16 gr. de levadura.
- 1 cucharada y media de canela en polvo.

Buttercream:

- 150 gr. de mantequilla.
- 250 gr. de azúcar glas.
- Colorante alimentario (opcional).
- Esencia de menta (opcional, yo no la usé).

ELABORACIÓN:

Precalentar el horno a 180º. Batir la mantequilla con el azúcar hasta obtener una pasta homogénea. Añadir los huevos, uno a uno. Tamizamos la harina, la levadura y la canela y lo vamos incorporando a la masa. OJO cuando rellenéis los moldes: esta receta tiene MUCHA levadura, así que llenadlos hacia la mitad, porque suben que da gusto. Si lo preferís, podéis reducir la cantidad de levadura (medio sobre de Royal basta y sobra), aunque os quedarán un poco menos esponjosas. Antes de meterlas al horno, espolvoread un poco de canela sobre cada cupcake. En unos 20 minutos deberían estar listas, pinchadlas para comprobar que se han hecho del todo.

Para hacer la buttercream batimos la mantequilla con la mitad del azúcar hasta que tengamos una pasta cremosita. Añadimos el resto del azúcar, el colorante y la esencia de menta. Yo no usé esencia de menta porque no es santo de mi devoción. Podéis sustituirla por esencia de vainilla (aunque quizá mate un poco el sabor de la canela de la masa), rosa, azahar... o no poner nada, que es lo que yo hice. El colorante también es opcional: si no lo añadís os quedará una buttercream de color avainillado. Yo añadí una gotita de colorante verde en gel (los recomiendo: no "aguan" las masas como el colorante líquido), podéis elegir el color que más os guste o hacer buttercream de varios colores. La introducimos en una manga pastelera y ¡hala! ¡A la parte divertida!





EL VEREDICTO:

De-li-cio-sas. La masa salió increíblemente esponjosa y tierna, ¡jamás había conseguido una masa así! La levadura, aunque me jugó una mala pasada con el tamaño de la masa, se portó bien e hizo que estas cupcakes tuvieran la textura de una nube o un poni bebé. Qué cosa más rica. La buttercream acabé haciéndola a ojo, así que sabía un poco demasiado a mantequilla, pero puede perdonarse. Ese saborcito a canela de la masa le daba un toque original y nada dulzón. Me gusta que la masa tenga azúcar moreno, es un sabor muy agradable. Creo que podrían prepararse con azúcar blanca también, a riesgo de que queden excesivamente dulces (aunque si os gusta la dulzura absoluta... ¡adelante!

Espero que os haya gustado esta entrada. Si tenéis alguna idea, sugerencia o receta que queráis compartir conmigo, estaré encantada de escucharos. Un saludo, dulzones lectores.

martes, 19 de junio de 2012

¡Hola! ¿Empezamos?

¡Buenos días! Vale, por fin ve la luz este blog. La verdad es que nunca se me hubiera ocurrido hacer un blog sobre cocina y recetas, principalmente porque soy una auténtica inexperta, pero... bueno, ¿por qué no? La verdad es que este blog es fruto del ocio, del exceso de tiempo libre y todo esto. Y de lo que me gusta pasar tiempo delante de un ordenador, claro. Si combinamos todo esto con lo mucho que me gusta comer (cocinar no está mal, pero ese sublime acto de zampar lo supera con creces), voilà, nace SUPERDULCE.

Y... ¿por qué Superdulce? Pues no tengo ni idea. Tenía que ser un nombre sencillo y claro, y como lo que más me gusta hacer cuando me meto en la cocina es repostería... pues sí, Superdulce no me pareció tan mala idea. Pero no penséis que todo será dulce por aquí, ¡no!, a mí también me gustan las patatas, las pizzas, las ensaladas, la carne, el... vamos, me gusta todo, todito. No tengo mucho criterio a la hora de comer porque no hay ningún plato que deteste o que no estaría dispuesta a probar. 

En resumidas cuentas: soy una fartona. Es un término asturiano y este es su significado:

<hartón. fartón / ona / ono.>

1. Aum. de fartu. 2. Hartón. Que come mucho. Que necesita comer mucho para saciarse. Comedor, tragador. Que acostumbra a hartarse. Glotón. Comilón, tragón.

Bien, ya me he puesto por las nubes con esta definición, así que dejaremos a un lado todo esto y nos pondremos a recapitular acerca de mis hazañas (je...) en la cocina. ¡Os dejo alguna foto aleatoria de cosillas que he preparado! 

Estas son las primeras magdalenitas que preparé. En molde de corazón y eso, para que fuesen más tiernas (disculpad mi sentido del humor, por favor...). La cobertura es un glaseado, sin más. No quedaron del todo mal.




Otro intento magdalenil. Si tienen ese color raro, como de cuero mojado o algo así, es por el dichoso colorante. Quería hacer masa morada, pero el colorante líquido se negó (¡descuidad, estoy esperando una caja de colorantes en pasta para hacer delicias en tecnicolor!). Y lo mismo con ese churretón de buttercream pseudovioleta... pero de sabor no defraudaron.


Este es un señor bollo de Pascua, típico de Asturias, que mi madre y yo hacemos todos los años. Madre del alma bendita, ¿por qué no durará más la Semana Santa? ¿Por qué no tendremos uno de estos en nuestra mesa TODOS los días del año? Ese bizcocho delicioso y jugoso, su pasta de almendra, un vaso de leche bien frío... Ahhhh, el paraíso.


No todo va a ser dulce, no. Esta es una de mis archifamosas pizzas, conocidas por ocupar la bandeja del horno enterita y por no dejar ni siquiera bordes: el relleno está más rico. Todo consiste en amontonar ingredientes. Y si la masa, además, me sale rica, ¿qué mas podemos pedir?


Este plato parece vomitada de gato. Soy consciente, y disculpad la comparación. En realidad son fideos chinos de arroz con un montón de salsa de tomate, pollo, queso y millones de especias. Casi fenezco por el aporte calórico, y a pesar del aspecto repulsivo, se dejaron comer.


Esto... ay, esto. Trenzas de brioche, un clásico infalible. Tuve miedo cuando comenzaron a hincharse en el horno: temí por mi integridad y la de mi cocina. Por suerte dejaron de crecer, se pusieron doraditas y deliciosas y fueron mi cena, merienda y desayuno. Como son un poquito secas, al final se me ocurrió abrirlas por la mitad y untarlas de mantequilla y mermelada... Una delicia repleta de calorías.


Estas cupcakes de vainilla no me salieron del todo mal, aunque la masa por dentro había cocido "raramente". Da igual, tenían buen sabor y ese rosita bebé del buttercream me parecía irresistible. Eso sí, su densidad es impresionante, brutal, apocalíptica: ¿cómo es posible que algo tan pequeño llene tanto, cómo?




Y estas maravillosas cupcakes, sencillas y con buen aspecto, son mi última creación. Muy simples: vainilla, buttercream y cerecita para culminar. Lo sé: aún me falta mucha, muchísima práctica con la manga pastelera. Necesito innovar, renovar y todo lo demás. Pero, ¿no os apetecería comer una?



Por el momento, ¡esto es todo! Por desgracia, soy demasiado fartona para hacer fotos a las cosas antes de comérmelas. Espero que esto cambie, porque si no tendré que cerrar el blog por falta de material.

Intentaré ir contándoos mis andanzas, daros alguna receta que me haya salido decente, hablaros de alguna tienda, ingrediente fantabuloso... ¡lo que se me ocurra! Espero veros a menudo por este rincón Superdulce :)
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